Estrés y eje intestino-cerebro: ¿cómo influyen en el aprendizaje?

¿Te duele la barriga antes de un examen, antes de impartir una clase o participar en un curso? No es casualidad: la eje intestino-cerebro tiene mucho que ver.
La ciencia confirma que nuestra salud intestinal y nuestro estado mental están profundamente interconectados. Esto significa que lo que pasa en nuestro sistema digestivo influye en nuestras emociones, concentración y rendimiento… y viceversa. Este vínculo es relevante tanto para estudiantes como para docentes y profesionales que se enfrentan a procesos de aprendizaje o enseñanza.
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¿Qué es el estrés?
El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones, reales o imaginarias, que percibimos como desafiantes. Ya sea antes de impartir una conferencia, presentar un proyecto o defender una tesis, nuestro cuerpo libera cortisol, una hormona que nos prepara para la acción.
A corto plazo, esta reacción puede ayudarnos a estar alerta. Sin embargo, cuando el estrés es constante —por ejemplo, si estamos durante meses preparándonos unas oposiciones de forma intensa—, puede alterar nuestro sistema digestivo y perjudicar nuestra capacidad de aprender o enseñar de forma óptima.
El efecto del estrés en la microbiota intestinal
Para entender el impacto del estrés en nuestro intestino, primero tenemos que hablar de la microbiota intestinal, ese conjunto de microorganismos (algunos buenos, otros no tanto) que viven en nuestro tracto digestivo. Estos pequeños compañeros invisibles son clave para la digestión, la absorción de nutrientes y la defensa contra patógenos.
Sin embargo, cuando estamos bajo estrés continuo, el cortisol que se libera puede alterar la composición y el equilibrio de la microbiota.

El cortisol modifica el entorno del intestino, favoreciendo el crecimiento de bacterias perjudiciales y reduciendo la cantidad de bacterias beneficiosas. ¿El resultado? Problemas digestivos como hinchazón, gases, diarrea o estreñimiento. Además, la digestión se vuelve menos eficiente, lo que puede provocar más fermentación en el intestino y, por ende, incomodidad abdominal, además de tener un impacto en nuestra energía y claridad mental.
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Inflamación intestinal y su impacto en la mente
El estrés también puede dañar la pared del intestino, haciéndola más permeable. Esta condición, conocida como “intestino permeable”, permite que sustancias nocivas entren en el torrente sanguíneo, lo que puede empeorar condiciones como la celiaquía, el síndrome del intestino irritable o la enfermedad de Crohn. Aunque el estrés no suele ser la causa directa de úlceras, puede contribuir a su desarrollo, especialmente si hay otros factores de riesgo presentes, como la infección por Helicobacter pylori o el uso excesivo de antiinflamatorios.
El impacto del estrés en la salud intestinal es complejo. Además de aumentar la permeabilidad intestinal y estar vinculado a una variedad de trastornos digestivos, como el reflujo ácido o la colitis ulcerosa, al mismo tiempo, afectar al cerebro, influyendo en el estado de ánimo, la memoria y la concentración.
Un intestino inflamado demanda energía del cuerpo para resolver ese problema, restándosela a las funciones cerebrales relacionadas con la memoria y la concentración.
Recuerda
Aunque el estrés no siempre es la causa principal, el manejo de este es crucial para prevenir el agravamiento de estas condiciones y proteger la salud digestiva y mental en general.
En el contexto educativo: ¿por qué es importante este vínculo?
La conexión entre el intestino y el cerebro no es solo relevante para estudiantes jóvenes. Su impacto es transversal y afecta a cualquier persona en un proceso de aprendizaje o enseñanza.
- En estudiantes adultos que trabajan y estudian a la vez, el estrés digestivo puede disminuir su capacidad de concentración en, por ejemplo, clases nocturnas.
- En formadores y docentes, el malestar intestinal previo a, por ejemplo, impartir una conferencia puede afectar la fluidez y la claridad en la exposición. Enseñar es una labor exigente: la planificación de clases, la gestión de la diversidad en el aula o la necesidad de mantenerse actualizado pueden generar un estrés crónico. Este tipo de estrés puede impactar en su capacidad de concentración y en su energía para impartir las clases. Un formador que gestiona su estrés y cuida su microbiota tendrá más claridad mental, paciencia y resiliencia para afrontar los desafíos del día a día.
- En la educación online, donde las pausas y hábitos alimentarios suelen ser menos estructurados, un intestino desequilibrado puede acentuar la fatiga mental y reducir la motivación.

En todos los casos, cuidar la salud intestinal contribuye a una mente más clara y un aprendizaje más eficaz.
Consecuencias del estrés en el intestino
Para resumir, aquí tienes algunas consecuencias que el estrés puede ocasionar en tu intestino:
- Hinchazón y gases: la digestión se vuelve menos eficiente, lo que puede aumentar la fermentación en el intestino y provocar gases e hinchazón.
- Diarrea o estreñimiento: el estrés puede alterar el ritmo del tránsito intestinal, resultando en diarrea o estreñimiento.
- Dolor abdominal: la inflamación causada por el estrés puede generar molestias en la zona del abdomen.
- A largo plazo: un intestino inflamado puede abrir la puerta a enfermedades más graves, como la colitis ulcerosa.
- Rendimiento cognitivo: el desequilibrio intestinal afecta la producción de neurotransmisores clave para el aprendizaje.
Conclusión: ¿cómo cuidar nuestro “segundo cerebro”?
Mantener el estrés bajo control no solo te hará sentir mejor emocionalmente, sino que también es una excelente forma de proteger tu salud intestinal y, en última instancia, tu bienestar general. Aunque evitar el estrés por completo es complicado, existen muchas formas de manejarlo: desde practicar ejercicio regularmente hasta técnicas de relajación como la meditación o simplemente prestando atención a lo que comemos.
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Este post tiene como objetivo informar y no reemplaza el consejo profesional.

