Cortisol alto: causas y cómo controlarlo para potenciar el aprendizaje

Mujer joven estresada frente a una pila de libros, representando la ansiedad por las responsabilidades académicas y el cortisol alto.

¿Te sientes agotado después de un día de preocupaciones? ¿Tu cerebro se bloquea durante un examen o entrevista importante? Es posible que los niveles de cortisol estén influyendo en tu capacidad de pensar, sentir o tomar decisiones. Pero, ¿qué significa tener el cortisol alto, cuáles son las causas y cómo se puede tratar?

El cortisol es una hormona, conocida como la «hormona del estrés», que se libera en respuesta a situaciones que percibimos estresantes. Sin embargo, el cortisol no solo está relacionado con el estrés; también tiene un papel crucial en la regulación del metabolismo, el sistema inmunológico y la respuesta inflamatoria, funciones que, cuando están en equilibrio, contribuyen a un cerebro sano y preparado para aprender.

Ilustración de un cerebro con áreas inflamadas, simbolizando el impacto del cortisol alto en la concentración y la capacidad de aprendizaje.

Su función principal es preparar al cuerpo y la mente para enfrentar una amenaza o desafío. Por ejemplo, si te persigue un perro, el cortisol aumenta la cantidad de glucosa (azúcar) en tu sangre para darte energía extra. También asegura que tu cerebro tenga suficiente energía para pensar rápido y tomar decisiones, como correr o pedir ayuda. Además, el cortisol hace que tu cuerpo esté listo para reparar cualquier daño, como una herida. Todas estas respuestas son esenciales cuando enfrentamos un peligro real.

Pero ¿y si el peligro es imaginario?

El desafío surge cuando nuestro cerebro comienza a percibir amenazas en situaciones cotidianas que, en realidad, no son peligrosas. Como dice la psiquiatra Marian Rojas:

El 91,4% de las cosas que nos preocupan nunca jamás suceden.

Sin embargo, al estar en nuestra mente, estas preocupaciones activan un estado de alerta constante, generando una producción continua de cortisol.

Este estado de alerta prolongado lleva a lo que se conoce como «intoxicación por cortisol», que puede tener efectos perjudiciales en el cuerpo y la mente. La exposición prolongada a esta hormona puede alterar varios sistemas clave para el aprendizaje y el bienestar:

  • Sistema inmune: el cortisol suprime el sistema inmunológico, lo que puede aumentar la susceptibilidad a enfermedades.
  • Salud mental: afecta la corteza prefrontal, la parte del cerebro que nos ayuda a tomar decisiones, controlar nuestros impulsos y mantener la concentración. Esto puede llevar a una mala gestión de la realidad y del tiempo, procrastinación, aumento de la ansiedad y dificultad para retener nueva información.
  • Sistema hormonal: desbalancea las hormonas, lo que puede afectar desde el sueño hasta el apetito, factores cruciales para la salud del cerebro y el aprendizaje.
  • Sistema digestivo: puede causar problemas digestivos, como síndrome del intestino irritable.
  • Sistema reproductivo: en las mujeres, puede alterar el ciclo menstrual y reducir la fertilidad; en los hombres, puede afectar la producción de testosterona.
  • Memoria: a largo plazo, el cortisol elevado puede dañar el hipocampo, una región cerebral fundamental para la consolidación de la memoria a corto y largo plazo, lo que dificulta el aprendizaje.
Diagrama que muestra cómo el cortisol nos afecta, explicando las consecuencias del estrés crónico.
Esquema de problemas ocasionados a nivel físico y mental por el cortisol (hormona del estrés).

Las causas del aumento de cortisol son diversas y pueden variar de una persona a otra. Algunos factores comunes en el contexto educativo y personal incluyen:

  • Preocupaciones sobre el futuro: miedo al fracaso, incertidumbre sobre lo que está por venir, expectativas familiares sobre la carrera que se escoja, etc.
  • Factores emocionales: preocupaciones financieras, problemas laborales, conflictos de pareja, presión por obtener buenas calificaciones, conflictos con compañeros…
  • Fobias y miedos: miedo a hablar en público, a los exámenes, a las alturas, espacios cerrados o abiertos, el tráfico, etc.
  • Eventos del pasado: recuerdos de situaciones traumáticas o dolorosas que siguen generando estrés…

Entender cómo funciona es crucial para mejorar nuestra salud mental y física. Al identificar qué situaciones o pensamientos activan nuestra «alarma interna», podemos empezar a gestionar mejor nuestro estrés. Este autoconocimiento nos permite tomar medidas para reducir el impacto del cortisol en nuestra vida diaria.

  • Mindfulness y meditación: estas prácticas ayudan a reducir el estrés al enfocar la mente en el presente. Practicar 10 minutos de meditación antes de estudiar o exponer puede mejorar la concentración.
  • Ejercicio regular: el ejercicio moderado, como caminar o practicar un deporte, reduce los niveles de cortisol a largo plazo y mejora la claridad mental.
  • Alimentación balanceada: una dieta rica en antioxidantes y baja en azúcares refinados puede ayudar a regular el cortisol.
  • Sueño adecuado: dormir entre 7 y 9 horas por noche es crucial para mantener el cortisol bajo control y consolidar aprendizajes.
  • Terapia y apoyo emocional: hablar con un orientador escolar o terapeuta puede ayudar a identificar y gestionar las fuentes de estrés.
Imagen de un cerebro meditando, para reducir el cortisol y mejorar el aprendizaje.

El cortisol es esencial para la vida, pero en la vida moderna, su activación constante puede convertirse en un obstáculo para nuestra salud. Al comprender cómo funciona esta hormona y cómo influye en nuestra mente y cuerpo, podemos aprender a manejar mejor nuestras respuestas al estrés, reduciendo así su impacto negativo. Con prácticas saludables y un enfoque consciente en la gestión del estrés, es posible llevar una vida más equilibrada y libre de la intoxicación por cortisol, potenciando así nuestro potencial de aprendizaje.

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